El uso de la fuerza excesiva por agentes policiales de la ciudad de Mineápolis que causó el fallecimiento de George Floyd, el pasado 25 de mayo, otorgará votos al candidato presidencial demócrata, en particular de aquellos en desacuerdo con las posturas extremistas que alimentan el odio y la confrontación racial en Estados Unidos.
El endurecimiento del presidente Donald Trump ante las protestas por el homicidio del afroestadounidense obedece a una lógica electoral y pretende mostrar mano dura y disposición a defender a su país de radicales, como se refiere a quienes se manifestaron por esos sucesos, aunque sabe bien que no será fácil permanecer en el poder.
La doctora Laura del Alizal Arriaga, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), apuntó que en la carrera para ocupar la Casa Blanca –después de los comicios de noviembre próximo– el escenario luce más complicado para el mandatario, que para el abanderado del Partido Demócrata, Joe Biden, quien lleva una ligera delantera en las encuestas, lo que explica la dureza de las declaraciones y medidas de Trump.
La muerte de Floyd –provocada por un agente policial que durante ocho minutos le oprimió el cuello con la rodilla, a pesar de las quejas de aquél por sus dificultades para respirar– detonó una ola de indignación en ese país, ya aquejado por la crisis económica y el manejo errático de la emergencia sanitaria por el COVID-19 por el gobierno.
El titular del Poder Ejecutivo confiaba que el paquete multimillonario promulgado para apoyar a empresas y ciudadanos ante los estragos derivados de la pandemia sería suficiente, pero esos recursos no alcanzarán para frenar el descontento ni la caída de la economía, precisó.
“Las declaraciones absurdas del presidente han puesto en evidencia la desigualdad y han sido las minorías sociales las que se han visto más afectadas por el contagio y la muerte por el virus SARS-CoV-2, pero si sumamos las consecuencias del confinamiento” en cuanto a empleo y otros rubros, las secuelas son las mayores desde la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado.
Todo esto es un caldo de cultivo para el enojo colectivo, que se está expresando en prácticamente todo el territorio estadounidense y que ha tenido como respuesta del mandatario la amenaza de enviar a la Guardia Nacional y al ejército, además de exigir una reacción equivalente a los gobernadores para controlar las protestas.
La especialista en relaciones internacionales, migración y economía global señaló que una buena parte de la sociedad estadounidense es contraria a la confrontación y al odio racial, elementos presentes desde que Trump apareció en la escena política y se ha mantenido desde que asumió el poder, en 2017.
El escenario actual es más grave que lo visto hasta ahora en los casos de abusos de parte de la policía, que por desgracia son cotidianos en varias ciudades, principalmente contra la población negra.
Las manifestaciones han sido pacíficas en su mayoría, aun cuando sin duda han ocurrido saqueos y actos de violencia, pero han sido protagonizados por grupos radicales que persiguen fines políticos propios, aunque Trump pretenda criminalizar a quienes han ejercidio sus derechos civiles de inconformarse contra la brutalidad de las fuerzas del orden, concluyó Del Alizal Arriaga.