El asertivo Información
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“Como en toda generación pasada que ha tenido que desembarazarse de una herencia de axiomas y convencionalismos, así en nuestros tiempos vemos que el mayor enemigo de la verdad no es a menudo la mentira deliberada, contrita y deshonesta, sino el mito persistente, persuasivo y poco realista, es aquí donde el mito impera y la verdad es difícil de hallar”, John Fitzgerald Kennedy.
El 22 de noviembre de 1963 el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica John Fitzgerald Kennedy fue asesinado dentro de la limosina presidencial – aproximadamente a las 12:29 pm- a la vista de una multitud que asistía a un recorrido del mandatario.
La caravana del servicio secreto se encontraba alrededor de John y en ese momento pasó lo impensable.
Justo cuando la limosina dio vuelta en la calle Elm en Dallas, Texas, se produjo una serie de detonaciones; el primer disparo falló el objetivo, el segundo atravesó la garganta del presidente y, el tercero fue el tiro fatal que destrozó la parte lateral derecha de su cabeza.
Al instante el servicio secreto intentó poner a salvo a Jacky Kennedy primera dama, quien iba al costado del presidente; los intentos por salvaguardar la vida del hombre más poderoso del mundo fueron inútiles, en menos de 10 segundos se había terminado con la vida de Kennedy.
“Cuando me subí al auto la señora Kennedy subió el maletero, yo la coloqué en el asiento trasero, luego él cayó sobre su falda con el costado derecho de su cara hacia arriba, vi sus ojos fijos, se veía dentro de su cráneo, tenía un hoyo y había perdido parte del cerebro, no estaba allí, así que me volteé y bajé el pulgar porque pensé que era una herida fatal, estaba muerto”, aseguró Clint Hill miembro del servicio secreto.
Ese mismo día fue arrestado en la librería que estaba ubicada al costado de la calle Elm, un hombre quien se identificó como Lee Harvey Oswald. Se informó a los medios que él había sido el actor intelectual del magnicidio ocurrido horas antes y se llegó a la conclusión de que había trabajado en solitario, incluso sabiendo que negaba rotundamente el asesinato.
Este individuo trabajaba en la librería donde fue aprendido por un policía quien lo acusó de haber sido partícipe de las detonaciones.
En el sitio donde ocurrió el homicidio, diversos testigos mencionaron haber visto cómo se disparaba desde la parte superior del edificio, inmediatamente se acudió al lugar de los hechos y fue ahí donde se aprendió al joven de 24 años; al ser arrestado se encontró al lado de una ventana en la parte superior un rifle manual italiano con tres casquillos de munición en el suelo y en él las huellas de Oswald.
Un sospecoso final
Días después del asesinato de John, se procedió a la transferencia de Lee a una prisión. Dicho evento acaparó la atención del público en general y como era de esperarse se televisó el momento en el que llevaban a Oswald tras las rejas, acompañado de la Policía.
En un abrir y cerrar de ojos un hombre identificado como Jack Ruby se acercó al acusado y le disparó en el estómago, sin que de nuevo las autoridades pudieran hacer algo al respecto.
Se dice que el asesinato de John fue producto de una conspiración donde se veía inmiscuida la Agencia Central de Inteligencia (CIA) quien presuntamente colocó a Oswald como el chivo expiatorio e incluso proporcionó evidencia para que no existiera duda de que él había asesinado a Jack.
Parece bastante sospechoso que el acusado pasó horas sin que le fuera proporcionado un abogado y que no existiera grabaciones ni fotos de lo que se habló con él tras ser arrestado y que justo antes de llegar a la prisión fuera asesinado, como si supiera algo y fuera un acto tan maquiavélico como para deshacerse de la evidencia y atar cabos sueltos.
A 55 años de uno de los homicidios más impresionantes de la historia no se sabe a ciencia cierta quién o quienes pudieron haber acabado con la vida del presidente y si la conclusión a la que llegó el gobierno estadounidense fue acertada o no.
