El exceso en la ingesta de azúcar, asociado a una baja actividad física y a factores genéticos y medioambientales inciden en el desarrollo del sobrepeso y la obesidad, considerados problemas complejos de salud pública en el mundo y en México, apuntó la doctora Marcia Hiriart Urdanivia, profesora-investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por lo anterior, recomendó reducir al máximo el consumo de endulzantes y practicar con regularidad un deporte para evitar enfermedades.
La investigadora precisó que el incremento de la grasa corporal, fundamentalmente la obesidad central –abdominal– está asociada a la hipertensión, el desorden de los lípidos circulantes –valores elevados de triglicéridos y colesterol– la resistencia a la insulina y a otros problemas que generan el síndrome metabólico, que es el conjunto de signos que incrementa el riesgo de desarrollar diabetes mellitus tipo dos, padecimientos cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
México ocupa el segundo lugar en el plano internacional en obesidad, debido a que 71.28% de la población la presenta, junto con sobrepeso, es decir, siete de cada diez mexicanos está en esa condición.
Las estadísticas del organismo revelan que más de 80% de las muertes por ese padecimiento ocurre en las naciones de ingresos bajos y medios; 55% corresponde a mujeres y 90 por ciento es producto, en gran medida, del peso corporal excesivo y de la inactividad física.
“Los mexicanos tenemos una carga genética que nos hace propensos a desarrollar diabetes, además de que los hombres con gordura pueden provocar que sus vástagos desarrollen sobrepeso”, sostuvo Hiriart Urdanivia.
La ingesta de alimentos en abundancia provoca primero aumento de peso y enseguida obesidad asociada al crecimiento de la secreción de insulina, una hormona segregada por el páncreas que regula la cantidad de glucosa.
En el Instituto de Fisiología Molecular la doctora Hiriart Urdanivia estudia, junto con un equipo de trabajo, los mecanismos que controlan la secreción de insulina en la salud y en los cambios fisiopatológicos en el síndrome metabólico y en la diabetes mellitus.
Adios al agua endulzada
En sus investigaciones con ratas, le dio agua sacarosada al 20 por ciento de los roedores y encontró que después de dos meses registraron aumento de peso y en 180 días mostraron severa obesidad. También manifestaron síndrome metabólico semejante al de los seres humanos como grasa corporal, obesidad central, hipertensión, desorden de los lípidos circulantes e intolerancia a la insulina e hiperinsulinemia.
Al retirar el agua endulzada los roedores mostraron descenso en el apetito, disminución lenta y progresiva de peso, sin alcanzar su talla normal, pero si se les volvía a ofrecer el líquido azucarado lo preferían al natural, lo que puede determinarse como una adicción.
El estudio confirmó que el consumo de azúcar y refrescos contribuye a la epidemia de sobrepeso y obesidad, por lo que planteó la necesidad de disminuir el consumo de esos productos, preferiblemente sólo en frutas, así como hacer ejercicio con regularidad y tener una dieta balanceada de acuerdo con la edad.